El fuego que vivo

No es el color del cielo lo que me seduce, sino la sensación de lo interminable.

miércoles, 3 de diciembre de 2014

Correr lo vuelve a uno incansable

Correr me ha dejado lecciones sobre la vida que me dan motivo para continuar sin detenerme. Algunas reflexiones son constantes mientras corro:
  1. No mires nunca cuanto te falta, sino cuanto has hecho de camino.
  2. No hay meta difícil sin ruta que no lo sea.
  3. Ganar es importante, más aún cuando eres tú el rival a vencer.
  4. No pares. Mientras tus piernas te sostengan, tu mente hará hasta el último esfuerzo.
  5. Llega. Incluso si lo haces caminando. No te permitas quedarte a medias en el camino con el pensamiento de haber podido lograrlo.
  6. Si tu objetivo es romper tu marca en tiempo, distancia o condición estás en el buen camino. Después de todo, la vida es también cuestión de tiempo, distancia y condición, y a todas, de una otra manera, se llega.
  7. Cuando corres, te vuelves ejemplo de cómo eres en la vida. Hay quién se rinde antes de dar un sólo paso, y hay quién vence con sólo decidirse a hacerlo.
  8. Correr cansa, como vivir. Duele el cuerpo y es parte de la carrera, como vivir. Uno está expuesto a los elementos naturales de la vida, pero el aire, el agua, el sol, el viento, el suelo, son necesarios para que la carrera tenga vida, justo como es cada día que vivimos.
  9. Cada vez que cruces una meta, será la confirmación de que puedes hacerlo también en otras circunstancias de la vida: en tu trabajo, con la familia, como persona.
  10. Si sientes que te falta un incentivo para iniciar algo, empieza por levantarte, después caminar, entonces trotar y luego correr, y ponte metas mas largas y ambiciosas, porque ya antes lo hiciste en tu lucha por la vida, porque es justamente en la manera en que desde que nacemos aprendimos a levantarnos y a enemistarnos con quedarnos en el mismo sitio. Es justamente lo que hacemos cada día: levantarse y emprender rutas en busca de encontrar las adecuadas.
  11. Se aprende a valorar la inmensidad del mundo: la grandiosa luz, la profunda oscuridad, la vitalidad del aire, la dureza del frío, el despertar del día, la hora en que sale el sol por la mañana, los colores de la tarde cuando se esconde, se miran las estaciones del año, la mirada se prende de borbotones de flores silvestres, se conoce gente, se ve el despertar de los lugares. El mundo es otro cuando corres, porque te alcanza en su más pura naturaleza.
  12. Correr enseña mucho. No solamente recorre distancias y rutas: es una pista para ponerse desafíos cada vez más altos.

Si. De correr se aprende mucho. Algún día llegaré a hacer maratones, o vueltas al mundo, porque mientras se corre, también se sueña. Cada que corro, pienso mas y mejor: en mi familia, de mi mismo, en el trabajo, de mis proyectos, mi país y de mi lugar en el mundo. Correr lo vuelve a uno incansable.

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