El fuego que vivo

No es el color del cielo lo que me seduce, sino la sensación de lo interminable.

miércoles, 10 de diciembre de 2014

Vivo

¿A dónde irían mis pasos? Me pregunto si mañana estaré donde me imagino. Tengo fe de que si, porque el soñar es apenas la mitad de mis delirios, lo que me da energía para escalar montañas, que cuando se llega a una, se crea una nueva altitud: la de sí mismo. Que aprender es una constante de un camino con ires y venires, que ascender es lo mismo que mar adentro y cielo abierto, que los límites para el creador son un círculo de infinidades posibles, de inimaginables circunstancias y vastedad de rutas por vivir. Lo que me inspira es continuar cada día, llegar a donde quiero, dibujar la senda por la que quisiera transitar, de que el fruto de mi esfuerzo, es la suma de mis convicciones realizadas. Es ser yo, vivo.

*Texto que escribí hace algunos años para mis alumnos de diseño en la BUAP para el día de su graduación. En ése entonces vivía en Los Angeles y envié una grabación en audio para que mis muchachos lo recibieran a manera de sorpresa y que el buen Fortino Benitez, alumno parte de ésa generación, tuvo el buen tino de animarla.


miércoles, 3 de diciembre de 2014

Correr lo vuelve a uno incansable

Correr me ha dejado lecciones sobre la vida que me dan motivo para continuar sin detenerme. Algunas reflexiones son constantes mientras corro:
  1. No mires nunca cuanto te falta, sino cuanto has hecho de camino.
  2. No hay meta difícil sin ruta que no lo sea.
  3. Ganar es importante, más aún cuando eres tú el rival a vencer.
  4. No pares. Mientras tus piernas te sostengan, tu mente hará hasta el último esfuerzo.
  5. Llega. Incluso si lo haces caminando. No te permitas quedarte a medias en el camino con el pensamiento de haber podido lograrlo.
  6. Si tu objetivo es romper tu marca en tiempo, distancia o condición estás en el buen camino. Después de todo, la vida es también cuestión de tiempo, distancia y condición, y a todas, de una otra manera, se llega.
  7. Cuando corres, te vuelves ejemplo de cómo eres en la vida. Hay quién se rinde antes de dar un sólo paso, y hay quién vence con sólo decidirse a hacerlo.
  8. Correr cansa, como vivir. Duele el cuerpo y es parte de la carrera, como vivir. Uno está expuesto a los elementos naturales de la vida, pero el aire, el agua, el sol, el viento, el suelo, son necesarios para que la carrera tenga vida, justo como es cada día que vivimos.
  9. Cada vez que cruces una meta, será la confirmación de que puedes hacerlo también en otras circunstancias de la vida: en tu trabajo, con la familia, como persona.
  10. Si sientes que te falta un incentivo para iniciar algo, empieza por levantarte, después caminar, entonces trotar y luego correr, y ponte metas mas largas y ambiciosas, porque ya antes lo hiciste en tu lucha por la vida, porque es justamente en la manera en que desde que nacemos aprendimos a levantarnos y a enemistarnos con quedarnos en el mismo sitio. Es justamente lo que hacemos cada día: levantarse y emprender rutas en busca de encontrar las adecuadas.
  11. Se aprende a valorar la inmensidad del mundo: la grandiosa luz, la profunda oscuridad, la vitalidad del aire, la dureza del frío, el despertar del día, la hora en que sale el sol por la mañana, los colores de la tarde cuando se esconde, se miran las estaciones del año, la mirada se prende de borbotones de flores silvestres, se conoce gente, se ve el despertar de los lugares. El mundo es otro cuando corres, porque te alcanza en su más pura naturaleza.
  12. Correr enseña mucho. No solamente recorre distancias y rutas: es una pista para ponerse desafíos cada vez más altos.

Si. De correr se aprende mucho. Algún día llegaré a hacer maratones, o vueltas al mundo, porque mientras se corre, también se sueña. Cada que corro, pienso mas y mejor: en mi familia, de mi mismo, en el trabajo, de mis proyectos, mi país y de mi lugar en el mundo. Correr lo vuelve a uno incansable.

lunes, 23 de junio de 2014

Pensar en México me hace pensar en grande

Quisiera hablar de mi patria como la vivo cada día. Nada me inspira mas ni me define mejor que el espíritu de mi pasado y a dónde me ha llevado. Reflexionar de dónde vengo y reconocer en la siembra de mis pasos lo que por adopción hago me hace sentir que hoy no es día para levantarse con pesimismo con una perspectiva de futuro agria y dolorosa, porque vivir a México a través de sus fronteras y fuera de ellas me ha llevado a reafirmar el sentido de vivir mi identidad entre símbolos y sentires que poco tienen que ver con lo que la mercadotecnia vende como nación. Hablar de México para mi es algo mas primigenio, mas una serie de cantos y acordes de la naturaleza, dónde mis ojos son noria de mi alma al recordar el olor del surco, el murmurar de los pájaros por la mañana, el
hermosísimo velo del amanecer y sus mañanas tostadas por un sol labrante, implacable y generoso; donde la veta del árbol es herida y sudor de atlante, de los brazos protectores del campo. Vivo marcado por lo que serán mis cenizas.
Hablar de mi tierra es también explicar el porque de los colores de mi bandera y lo que sostiene, lo que vive sobre una tierra llena de agua, sal y espinas, literal. Una planta tan noble como el nopal debe decir muchas cosas: tan punzante como protectora, tan alimento como casa, tan agua como carne. Hablar de su águila feroz sosteniendo una serpiente al centro de su abrazo es como el guerrero tenaz que se levanta día a día con sus sueños, con sus garras que son arco y su serpiente flecha, símbolo de sabiduría y fortaleza, fauna de hombres construídos en mitologías de ensueño y que tienen forma de leyenda. Es el mismo mexicano que ha surcado en las dificultades de sus historias a lo largo de los siglos. Mi bandera no solo es un lienzo de fibras y ojales, es el espíritu que ampara quienes somos y de dónde venimos, los del campo y la ciudad, indígenas y mestizos, los que por adopción han tomado a México como patria, los huérfanos que ha acogido, los que han llevado a su pueblo mas alla del vientre que los origina, aquellos que cada día trabajan y piensan en como llevar el suelo al cielo, en los que cosechan y comparten, en los que ayudan al que necesita, en el que vive su humildad como su mayor riqueza, en el que vive su riqueza con humildad, en el que cree y hace justicia, en el que piensa que el futuro puede ser mejor. Y és.
Vivir a México mas alla de su geografía, de sus mapas que son códices pintados de agua y tierra, y estar lejos de ella me ha enseñado a acercarme, a aprender con mayor euforia de dónde vengo y pensar a dónde quiero ir. Ése lugar es y siempre ha sido México. Si es que algún día me fui. Regresar también debe significar ir mas lejos, porque son dos veces el camino del esfuerzo: el de ir y volver. Los hilos de la vida me han conducido por muchas rutas; bordando patria, mirando ahoras, dibujando pasos. Mi patria no éstá lejos de mi, porque yo también soy México y vivo a sus mismas horas, sufro sus heridas y sueño con sus montañas y cielos plenos, añoro verla cada día para hacer lo mejor posible, para inventarle mejores horas con el trazo de mis pasos.
México publicita centurias de patria y libertad en años símbolos, pero debería ser cada mañana. No solo hay que hacer mas escuelas, sino mejores maestros y alumnos. No sólo hay que hacer mas hospitales, sino a enseñarle a la gente a vivir con salud para que no se enferme. Hoy no hay que reparar catástrofes sino prevenirlas. Hoy no solo hay que pedir justicia, sino gobiernos mas honestos y policías confiables, que respeten al pie de la letra lo que se ha construido en nuestra Constitución. Hoy no hay que darle dinero al pobre, sino a enseñarle cómo multiplicarlo. Hoy no hay que anunciar cuántos empleos se generaron, porque trabajo sobra, hacer de nuestro corazón nuestra mejor estadística estadísticas. Hoy no hay que combatir al crimen, hay que hacer mejores ciudadanos. Falta creatividad en nuestro sistema de gobierno, que rapiña con las necesidades de sus gobernados, que cierra los ojos ante las verdaderos retos para llevar al país de frente y no comparte cerebro en cada parte que lo articula. Hoy no es uno con el pueblo. Parece que transformar al país es un milagro. Los siglos demuestran que para seguir andando hay que hacer mas y mejores caminos. Hoy a todos nos toca poner los pies en la tierra con la cara al cielo. Hoy hay que pensar en México para pensar en grande.